Powered By Blogger

martes, 15 de julio de 2025

Mucho de esto y aquello

Reíste, lloraste, hablaste de todo y de nada... pero te fuiste. Y yo, que te ofrecí mi tormenta envuelta en un silencio dulce, quedé como un faro encendido en la niebla de tu partida, no puedes decir que solo fue por mi bien, porque el amor verdadero no teme ensuciarse los pies en el lodo de lo cotidiano, amar no es huir, ni poner excusas con cara de sacrificio, a veces se trata de quedarse, incluso cuando arde, al final, quien abandona lleva el consuelo del movimiento, pero quien se queda, se pudre en su propia quietud, y esa....... es la forma más cruel de abandono.
Es cierto, falle en cuidar tu corazón, fue un acto que no grité, pero que habité en silencio. Sé que las palabras no valen si no caminan junto a los actos, pero también sé que el recuerdo es caprichoso: olvida lo que se dijo con el alma y guarda solo lo que se hizo con torpeza, siempre se trata del ‘tú hiciste, tú dijiste’, como si amar fuera un juicio donde solo uno carga las culpas y el otro limpia su alma con silencios selectivos. Ambos dijimos cosas, también prometí sin teatro, también me fui rompiendo mientras protegía lo que me decías que debia cuidar por completo mientras te alejabas, ¿Y sabes? No todo abandono es físico, hay quienes nos quedamos, pero nos ausentamos en la mirada, y hay quienes se van, pero lo hacen con el alma abierta y el corazón sangrando, somos así, no me disculpo por haber sentido de verdad, aunque me haya dolido más de lo que pude mostrar, porque no fui perfecto, pero tampoco fui indiferente a pesar de que tú lo veas así, y eso, al final del día, me sigue salvando del olvido y de tu hastío. Al final mereces ser feliz, creo que somos dos almas que intentaron amarse desde las heridas del alma y el fuego del el corazón, no te culpo, pero tampoco me culpo más, llegué a hacerlo pero se que lo dimos hasta donde supimos, hasta donde pudimos  y quizá hasta donde nos dejaron nuestros propios miedos, no me quedo con rencor, jamás ha Sido lo mío, tampoco te dejo excusas, te dejo paz, ysi alguna vez tu recuerdo me visita, que lo haga con la delicadeza de lo que pudo ser, no con la amargura de lo que no fue.
Esas palabras: no somos nada y jamás lo seremos nuevamente; aunque, por un segundo, sonó como una dulce venganza disfrazada de redención, como esas palabras que uno guarda por tanto tiempo que terminan doliendo más al soltarse que al callarse, sabes, te fuiste tantas veces que aprendí a ocultar mi dolor en tus ausencias, a convertirme en un susurro que ya no sabías escuchar, a dolerme en silencio mientras tú decidías cuándo quedarte y cuándo partir.

Y aquí estoy… tratando de juntar las piezas de mi corazón que no rompiste de golpe, sino lento, con ternura, con dudas, con promesas que murieron tibias.

Tal vez no era venganza. Pero, juro por Dios, dolió como si lo fuera.

No soy tu nada, ni tú la mía. Tal vez fuimos pausa, tal vez espejo, tal vez caos necesario, pero al final, aunque tus palabras me duelen, también fui testigo de la parte de ti que aún sabía sentir, y eso, aunque duela, lo agradezco.
Por último en este largo texto nuevamente te digo que decirte “te amo con agradecimiento” no fue reducirte a un favor concedido ni a un consuelo en mi miseria, fue elevarte, fue reconocer que tu presencia en mi vida no llegó como una caricia ligera, sino como un huracán que devastó y transformó todo lo que yo era, mi agradecimiento no es tibio, no es cortesía, es fuego y ahora es ceniza. Es la forma que tiene mi alma de rendirse ante algo que le enseñó a sentir más allá del entendimiento.
Te agradezco como se agradece al dolor que despierta, a la herida que enseña, a la pasión que quema hasta dejar solo huesos, te agradezco como se agradece a la noche por sus estrellas, al abismo por su verdad, al relámpago por mostrar lo que el día oculta, dentro de ese agradecimiento habita el amor más grande que he conocido, habita la ternura con la que te miré dormir por unos minutos sin que lo supieras, habita el silencio en el que pronuncié tu nombre cuando no estabas, habita cada vez que quise odiarte y no pude.
Cada vez que me fui y me quedé, cada vez que me doliste y aún así elegí seguir sintiendo.

No, no es gratitud por lo que hiciste, es por lo que fuiste. Por lo que fuiste en mí, así que no confundas: cuando dije “te amo con agradecimiento”, lo que realmente dije fue:

te amo con todo lo que me hiciste ser, incluso con lo que se rompió para que pudiera encontrarte.





No hay comentarios:

Publicar un comentario