Nuestro amor es un azul profundo, un océano de emociones que se extiende más allá de lo que podemos ver en el horizonte. Cuando estabas cerca, sentía una vibración en el aire, como el sonido suave de una brisa nocturna que me envolvía con tu ternura.
Tus ojos destellaban como estrellas en un cielo negro, y cuando nuestros labios se encontraban, siempre fué como un eclipse de pasión. Tu aura irradió en mi un verde exuberante, como la frescura de la primavera, en la cual tu voz emitía música que llenó siempre mi corazón de alegría.
El amor se tornó amarillo brillante, como el sol que iluminaba mis días a tu lado. Tu aura: como un campo de girasoles, radiante y lleno de energía. Cuando hablabas, era como escuchar el trino de los pájaros al amanecer, un sonido que llenaba de esperanza mi vida. En tus abrazos, sentí el calor del naranja, como un atardecer apasionado que nos envolvió como ese resplandor dorado que con elocuencia hacia que escuchase el eco de risas felices que danzaban en el viento.
Nuestro amor es un morado profundo, un misterio que exploramos juntos, un bosque de lavanda en la tranquilidad del crepúsculo, un susurro de las hojas movidas por una brisa suave en el silencio de la noche. Cuando todo se tornaba negro, este amor, nuestro amor siempre fué un blanco luminoso que guiaba mi camino como un destello de luna llena, que hacía latir al unísono nuestras almas, es como el latir rítmico de tambores que anuncian la pasión por la vida, por la luna.
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