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jueves, 24 de abril de 2025

Beethoven o Nervo ?

Siempre atesoré cada instante; cada risa, cada silencio, incluso los días grises tenían su belleza habitada por nosotros. Pero nunca encontré placer en la discordia, ni gozo alguno en ver cómo tus lágrimas encontraban camino por tus mejillas. Me dolía más de lo que alguna vez pude decirte.

Hubo momentos en que el velo del sarcasmo era tan denso en ti, tan hábilmente tejido, que ya no podía distinguir dónde terminaba el juego y comenzaba la herida. Como ahora… donde las palabras se entrelazan con dobles sentidos.

Y sin embargo, no lo niego: siempre hubo un destello entre nosotros. Un destello que comenzó con la primera mirada, con la primera palabra… y que, quizás, nunca terminó. Una corriente sutil que fluía sin que hiciéramos mucho por detenerla, como si el lenguaje secreto entre tú y yo siempre hubiera existido.

¿Minimizar? Tal vez. Quizá solo aprendí a reducir el volumen del dolor cuando discutir jamás fué opción. No todos los silencios son desprecio, a veces son solo la forma más digna de resistir sin herir más. 

Mereces que te enseñe la lengua, aunque a veces muerdas, en tooooodos los sentidos que lleva esa frase.




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