Tú siempre fuiste llama, dices,
pero las llamas necesitan viento para vivir y yo, a tus ojos y oalabras era agua, sí, agua que caía en silencio, no para apagar, sino porque también ardía.
Nombras las piezas rotas como un juicio, como si el dolor no nos partiera a ambos, como si yo saliera ileso del derrumbe que tú misma tambien invocaste.
Nos aalejamos, sí, pero no porque me hicieras feliz con tu ausencia, sino porque tus palabras muchas veces me volvian invisible, y si alguna vez te hice sentir culpa, fue espejo de lo que yo también viví.
¿Tu nombre una maldición?
No, tu nombre es un himno triste que amo, que aún resuena en la bóveda del pecho de mi vida, y jamás lo arrancaré, por nada del mundo, ni es por desprecio, ni por nada absurdo que imaginé tu lengua y tus pensamientos,
Porque siemore estará para seguir en mi cada vez que lo escucho en el alma.
No sé amar, quizá, nunca rompí el silencio, dices, pero siempre te amé con fuego y pasión, con palabras de amor, con errores y aciertos, porque al final solo somos seres humanos, no olvides que también fuiste tú quien pidió que me fuera y te dejase en paz.
Confiarme tu alma fue un acto sagrado, y si fallé, fue como mortal, no como verdugo.
Estás cerca y lejos, como el ángel que vigila desde el exilio.Te busqué en el eco, en el polvo, en la bruma, pero ya no estás: solo el vacío que dejaste se quedó para hablarme de ti, porque solo encontré reproches al hacerlo
Si mi amor callado te hizo daño, lo se, pero aún así existe, aunque lo niegues. Solo deseo que tus palabras encuentren paz, y que donde mis manos ya no lleguen, Dios o el destino
te repare.
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