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martes, 20 de mayo de 2025

El Evangelio del Desquicio

Se que soy un maldito loco, a veces un tanto solitario y muy depresivo, eso me hace que no necesite complacer a nadie y que no me importe ser comprendido…porque en el jardín de mi mente brotan bestias con alas de vidrio,
y en sus ojos arde un fuego que ninguna lógica puede apagar.
He danzado con espectros de ideas no nacidas,
y me he bañado en ríos donde el tiempo no corre, sino se retuerce.
El juicio de los hombres me suena como el zumbido de moscas muertas,
y sus caminos rectos son para mí jaulas sin barrotes.
Mi locura es un ángel tuerto que canta en lenguas perdidas,
mi tristeza, un lobo que lame estrellas rotas.
No busco ser entendido, porque en mi carne habita un dios menor,
hecho de espinas, relámpagos y un deseo imposible:
ver el alma desnuda del universo, aunque me consuma.
Entonces escucha, porque en las madrugadas me visita un niño hecho de ceniza, y me susurra los secretos que Dios olvidó escribir.
Hay un reloj en mi pecho que gira hacia atrás, cada tic me arranca un recuerdo, cada tac me siembra un delirio.
Mi sombra a veces se niega a seguirme,bpues sabe que camino por los bordes del mundo, donde los pensamientos sangran y los sueños tienen dientes.

He hablado con los árboles que crecen al revés, raíces en el cielo, hojas en el infierno,
y uno de ellos me llamó por un nombre que aún no conozco.
Amo mis grietas: por ellas escapan las visiones, los himnos de lo imposible, los colores que aún no existen en los ojos de los hombres.

Y si he de ser un monstruo de palabras, un profeta sin templo ni idioma, que así sea porque en mi locura habita la semilla de un universo más vasto que el silencio.

Una vez soñé con un cuervo hecho de relojes rotos, y me ofreció su corazón: palpitaba en ritmos geométricos que dibujaban ciudades invisibles.
Allí vivían criaturas hechas de nombres olvidados, y me coronaron con un círculo de humo y huesos.
Me dijeron:
Cabrón !! No eres hombre, ni bestia, ni dios: eres la grieta por donde lo eterno se filtra.

Desde entonces, camino con los pies descalzos sobre la piel viva de un poema que nadie se atreve a escribir. Mis pensamientos son peces que respiran fuego, mis emociones, laberintos sin salida ni entrada,
y en mi pecho, una campana sin badajo, que suena solo cuando alguien muere sin haber amado.

He tocado el borde de la locura y lo encontré suave, como el vientre de un ángel envenenado.
Y sigo, sigo abriendo portales con cada palabra, cada letra es una llave, cada silencio, una puerta,  y así me disuelvo,
no como el hielo en el fuego,
sino como el eco en una catedral sin paredes.
No busco redención ni tumba,
solo la promesa de otro abismo donde mi voz se reconozca.

Si alguna vez tropiezas con mis palabras en medio de un incendio, no las leas: inhálalas.
Porque yo no viví para ser entendido, viví para incendiar los mapas y convertirme en la brújula que apunta hacia lo imposible.




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