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jueves, 15 de mayo de 2025

Hablando conmigo mismo

No se trata de culpas, sino de naturalezas. Hay conexiones que enseñan, otras que sacuden, y unas pocas que se quedan. El arte está en saber como luchar y como vivir, porque a la gente con mucha dignidad le gusta soltar aunque duela, porque entienden que aferrarse a lo que ya no respira es una forma lenta de morir.

Hay vínculos que florecen en primaveras breves, intensas, y otros que se marchitan sin aviso, sin escándalo. No siempre se trata de falta de amor, a veces es exceso de conciencia. Soltar para mí siempre es rendirse, quizá honrar lo vivido sin obligar al eco a seguir sonando.

Hay quien lo ve como estar con las manos vacías pero el alma entera, se camina hacia lo próximo, hacia lo incierto, con la certeza de que lo que importa de verdad… se queda dentro como una semilla que no necesita tierra para recordar que alguna vez fue una maldita flor. La dignidad es solo una palabra y no grita, no exige, no implora, se despide en silencio, con los ojos húmedos pero la espalda erguida.
Y aunque el corazón a veces no entienda, el alma ya aprendió: hay amores que son para quedarse, y para despertar. Quiza hay ausencias que enseñan más que mil presencias frias.

Al final, el arte de vivir no es solo resistir los golpes, sino también elegir qué batallas, nuestras guerra, y en medio de esa guerra está ese arte… está la libertad de decir: “gracias”, incluso cuando te dicen que te alejes 

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